Diálogo entre la tristeza y la alegría. Presentación de los libros «El origen de la alegría» y «El origen de la tristeza».
Pablo Ramos
Jueves 18 de agosto, 20 hs. Sala Pedro Fuentes (salón de los espejos)
El origen de la alegría
«Yo voy a inventar la noche, hermanita… voy a llenar el Remanso de luces y música orillera, a puro sapucay, pura serpentina y a puro carnaval carioca.»
Gabriel Reyes, el recordado protagonista de El origen de la tristeza, vuelve con una historia de viaje y de duelo: su hermana menor muere de manera inesperada y Gabriel, roto, loco, desesperado, emprende una aventura que lo lleva de Buenos Aires a Rosario. Lo acompaña su entrañable amigo Alfredo, que lo conoce perfectamente y sabe anticiparse a los caprichos y deseos del narrador.
Durante ese viaje alucinado, Gabriel se encuentra con amigos, prostitutas, policías, una perra, un cura, un caballo, pero también con fantasmas del pasado: su primera novia, los amigos de la adolescencia, la madre de su hijo mayor.
Mientras trata de entender el porqué de esa inexplicable, lacerante ausencia, recurre a las drogas y al sexo, a la religión y a la amistad, en una novela inolvidable que nos trae de vuelta a uno de los personajes literarios más convocantes y leídos de los últimos años.
El origen de la tristeza
Gabriel está dejando de ser niño. Crece en su barrio, El Viaducto, entre la villa Mariel, las vías del Roca y el arroyo Sarandí. Gabriel tiene un amigo grande que duerme en el cementerio. Aprende mucho de él y de las tumbas. En el barrio de Gabriel, el agua podrida del Sarandí se incendia. Juega con una barra de pibes, aunque jugar, cuando se vive en El Viaducto, también es jugar con la muerte.
Un país está dejando de existir. Los ochenta están comenzando y la infancia va quedando atrás entre damajuanas de vino, colectas para pagar por sexo, amistades probadas en el peligro y el miedo. Hay muerte y hay pérdida al final de la infancia. Pero lo que nunca se pierde es el deseo, y El origen de la tristeza no renuncia a la alegría.
En esta novela con mucho de autobiográfico, Pablo Ramos exhibe sus extraordinarias dotes de narrador a través de una escritura luminosa y precisa, de ritmo apasionante, que sabe que el humor es más poderoso que la autocompasión y que, si se la deja vibrar, la vida se abre paso incluso donde no se ve camino.