Homenaje a los patriotas de la Declaración de la Independencia, en el año del bicentenario
Cuenta la historia lugareña que exactamente un siglo atrás, el entonces Intendente Municipal de Tandil, don Antonio Santamarina, recibió una amable sugerencia en los albores del año 1916. Procedía de las autoridades nacionales y se refería a la inminente celebración del primer centenario de la Declaración de la Independencia argentina, acontecida aquel memorable 9 de julio de 1816 en la ciudad de Tucumán.
No fue el único, ya que otro tanto ocurrió con el resto de los jefes comunales del país. La iniciativa hacía alusión a que en cada localidad de la Patria se debía generar una acción especial a modo de marco celebratorio de la importante fecha, seis años después de que el país entero celebrara con bombos y platillos el centenario de la Revolución de Mayo, en un contexto de país fuertemente exportador de carnes y granos.
Por entonces, aquel lúcido dirigente contaba con apenas 36 años. Había nacido en 1880 en la ciudad de Buenos Aires, pero estaba plenamente consustanciado con Tandil, lugar en el que su padre, el inmigrante pionero don Ramón, había echado raíces en los tiempos remotos de la década de 1840.
Aquel hombre se recostó sobre un andamio del edificio en construcción del majestuoso Palacio Municipal, abierto al público cuatro años después. Fijó su mirada hacia el sur. Lo atraía especialmente la inconmensurable belleza de aquel cerro cercano, que al existir escasa edificación, parecía que se lo podía alcanzar con sólo estirar un brazo.
Pensó, quizás, que si la Madre Naturaleza fue tan generosa en su accionar, el ser humano tenía la obligación de complementar la obra. Enriquecerla. Así fue como don Antonio Santamarina imaginó el actual “Parque Independencia”.
No dio más vueltas y a renglón seguido compró el predio a los hermanos Juan y Jorge Sabaría. Y un tercer hermano, Enrique, que era ingeniero civil, aportó los planos del futuro incomparable paseo.
Aquel Intendente, el día 6 de julio de 1916, convocaba a todo el pueblo a que lo acompañase allí arriba, para colocar la “Piedra fundamental” de esa belleza -el Parque- que hoy admiramos todos y que nos parece eterno, como el agua o el aire. Pero que sin embargo, alguna vez tuvo un ideólogo y tuvo un comienzo. En ese acto, el Intendente dijo, entre otros conceptos, que “el Municipio quiso asociar esta iniciativa con las festividades del Primer Centenario de nuestra emancipación y poner este parque, que será mañana el sitio preferido de la sociedad de Tandil, bajo la advocación de aquellos varones ilustres que fundamentaron nuestra nacionalidad”.
La crónica histórica señala que aquel municipio aportó lo imprescindible para que el paseo comenzase a ser visitado. Y siete años después, para el Centenario de Tandil, el Parque se inauguró tal como ahora lo disfrutamos, tras los notables aportes de las colectividades italiana (la Portada) y española (Castillo Morisco).
Ha transcurrido un siglo de aquel momento y vivimos el año del segundo centenario de la Declaración de la Independencia. Las cuatro instituciones que organizamos la Feria del Libro de Tandil, hemos decidido evocar a aquellos próceres. Lejos estamos, de pretender construir para la ciudad y la región una obra colosal como aquella. Pero nos sentiremos inmensamente satisfechos por seguir aportando -y apostando- a las letras y a la cultura en general. Disfrutaremos de la felicidad del deber cumplido, al comprobar que más libros y más escritores se expanden por estas tierras, forjando nuestras identidades.
Ese es nuestro desafío, que se trasunta en nuestro homenaje a los patriotas de 1816.
Muchas gracias por estar.
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